La primera semana de mayo comenzó en Andalucía (En Sevilla, fundamentalmente, aunque también en Córdoba, Cádiz y Huelva) la campaña de recolección de patata nueva temprana que, junto a la recolectada en el campo de Cartagena, es la primera patata europea que llega en volúmenes significativos a los mercados para suplir la patata de conservación, casi toda de origen francés.
Según informan desde Asociafruit (Asociación de Empresas Productoras y Exportadoras de Frutas y Hortalizas de Andalucía), la patata no está escapando a las consecuencias de la sequía, que está marcando una campaña de recolección caracterizada por los bajos rendimientos generalizados.
Y es que, aunque puntualizan que las últimas siembras realizadas en enero pueden llegar a obtener unos mayores rendimientos, la reducción de la producción se estima en un 35% respecto a una campaña normal.
El escenario es que esta menor cosecha se une a la falta de producto en Europa, destino tradicional de las exportaciones andaluzas, y en Francia. Además, también hay falta de producto en el mercado nacional, lo que está dando lugar a una elevada demanda que redunda en precio altos.
Sin embargo, advierten desde Asociafruit, estos buenos precios no garantizan un buen resultado para los agricultores, ya que «van a ver muy mermadas sus producciones y, además, tendrán que compensar el notable incremento de los costes de producción», que se han multiplicado exponencialmente respecto a campañas anteriores. Además, cabe destacar que estas últimas lluvias ha ralentizado la recolección, pero «de recuperarse pronto la normalidad», se espera estar terminando la campaña a mediados del mes de julio.
Con el objetivo de mantener sostenida la alta demanda, y reivindicar la calidad y los beneficios de la patata nueva andaluza, Asociafruit, que aglutina al 80% de las empresas productoras de la región, llevan años alertando de la necesidad de concienciar a la población sobre las bondades de la patata nueva frente a la patata de conservación, que se importa mayoritariamente de Francia y que ha pasado meses en una cámara frigorífica.
Dentro de este proyecto, Asociafruit colabora con la Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible para informar a los consumidores de las cualidades de la patata nueva andaluza, que no son otros que mejor sabor, frescura y proximidad. Para ello, se emitirán cuñas publicitarias, se dará información a través de una web especializada y se publicarán recetas.
Una buena campaña supondría un respiro para los agricultores andaluces en un sector que ha sufrido un descalabro de superficie en los últimos treinta años. Según datos del Ministerio de Agricultura recopilados en 2022, se han pasado de las 257.000 hectáreas de cultivo registradas en España en 1992, a tan solo 63.500, lo que supone una reducción del 75%.
En el caso de Andalucía, de 23.500 hectáreas cultivadas den 2005, ahora mismo apenas se sobrepasan las 9.000 hectáreas, unas cifras que, resalta Asociafruit, «tienen una consecuencia directa sobre el volumen de empleo». En concreto, esta caída de la superficie cultivada supone una pérdida a nivel nacional, solo en empleos directos, de 48.375 puestos de trabajo fijos en los últimos 30 años.
A pesar de las campañas de producción, que siguen haciendo falta de cara a los consumidores, sí que se ha notado en las últimas campañas que la distribución ha cambiado de tercio, y ahora prioriza la patata nueva andaluza frente a la patata «vieja» o de conservación. Una batalla que, parece, los agricultores han ganado tras años de ver cómo los lineales de los supermercados «disfrazaban» la patata de conservación vendiéndola como «lavada».
No obstante, sí que se percibe desde el sector que los consumidores han aprendido a diferenciar ambas, y optan por la patata local.
Y es que la patata nueva tiene mejores cualidades para la fritura, más nutrientes y mejor sabor que la procedente de Francia, que está durante meses en cámaras frigoríficas, no es fresca como la sevillana y pierde gran parte de sus propiedades ennegreciéndose y quemándose, sobre todo si se destina a frito, uno de los principales usos en España.
A esta buena imagen y ritmo de comercialización de la patata nueva contribuye, también, que el calendario de siembra y recogida cubre ya casi todo el año, gracias a la recuperación de las siembras de enero. No obstante, sigue siendo más numerosa, y seña de identidad de la provincia sevillana, la patata que empieza a comercializarse en mayo y dura hasta noviembre.
Cabe recordar que el auge exportador del sector andaluz comenzó a principios de los 90, cuando se abrió un espacio en el mercado de este tubérculo en los países del norte de Europa: justo dos meses (del 15 de abril al 15 de mayo) antes a su propia cosecha, hacía falta patata para cubrir la demanda. Desde entonces, se produce en Sevilla un gran desarrollo de nuevas variedades adaptándose a las necesidades de cada mercado y ocupando el nicho existente entre la patata extratemprana del norte de África y la producción de Alemania, Holanda, Inglaterra o Francia, clientes de Andalucía.