Las bajas temperaturas y las heladas típicas de estas épocas pueden producir importantes daños no solamente a los cultivos, sino también a las instalaciones de riego. Existen varios métodos de protección y acciones de mantenimiento que nos ayudarán a evitar daños causados por condiciones meteorológicas adversas.
Los cultivos son más sensibles a las heladas después del desarrollo inicial de las yemas hasta el estadio de fruto pequeño, que es cuando los cultivos son más sensibles a la congelación.
Las heladas más peligrosas son normalmente las de irradiación, que se producen en primavera, época en el que el desarrollo vegetativo en vid y frutales es importante, con las yemas ya formadas e incluso con las flores abiertas, siendo este el momento más vulnerable.
Los métodos pasivos (preventivos) son menos costosos que los métodos activos y a menudo los beneficios son suficientes para evitar la necesidad de una protección activa.
La mejor protección de cultivos contra las heladas es siempre la elección del emplazamiento adecuado para la plantación, de acuerdo con las variedades utilizadas. Normalmente, las zonas topográficas bajas tienen temperaturas más frías y por tanto pueden sufrir más daño (el aire frío es más denso y se acumula en las zonas bajas). Las diferencias en el tipo de suelo también pueden afectar a la conducción y al almacenamiento del calor en el suelo.
Otros aspectos a tener en cuenta en zonas propensas a daños por heladas son los siguientes:
Aparte de métodos como estufas o ventiladores que son bastante costosos y generalmente ineficientes (gran proporción de la energía producida se pierde hacia el cielo), el riego por aspersión puede tener un uso especial como protección antihelada. Este sistema de protección tiene como finalidad mantener los cultivos por encima de su temperatura crítica (Tc). La protección por congelación puede ser: